"Si un problema tiene solucion ¿De que te preocupas?.
Y si no la tiene ¿De que te preocupas?"
Proverbio Chino

lunes, 30 de noviembre de 2009

Hombres de Honor



Nadie nos obliga a ser hombres de uniforme, somos nosotros los que decidimos servir a algo mas grande que nosotros, pues el sufrimiento de unos pocos es la gloria de muchos. No luchamos por matar ni matamos por luchar, luchamos por servir aquello que mas queremos, nuestras familias, nuestros amigos, nuestra tierra. Nadie nos obliga a ser hombres de uniforme, somos nosotros los que sabemos que la felicidad de muchos depende del sacrificio de unos pocos. Somos nosotros, aquellos que dan la espalda a su juventud, aquellos que desean no tener vida propia, aquellos que sacrifican su familia y su diversión en pos de un algo mas grande que uno mismo, algo tan grande que muy pocos están dispuestos a hacer este trabajo, a cargar sobre sus hombros tan ardua responsabilidad que es defender esta patria y a todas sus gentes desde la oscuridad para que la tierra siga amaneciendo con una sonrisa cada día. Por eso vosotros, aquellos que hoy lucháis por ser hombres de uniforme, sabed que la gloria no os espera, ni el aprecio de la gente, ni el reconocimiento ni la comprensión de por que elegís ser lo que sois o hacéis lo que hacéis. Sabed que lo único que os espera es el honor de servir a una patria y a gente que hace mucho olvido que significa la palabra honor. Sin embargo no temo que mis palabras os asusten, pues se en el fondo de mi corazón se que vosotros hombres de uniforme sabéis que no hay mayor dicha en este mundo que ser hombres de honor que luchan por un ideal. Pues morirá vuestro cuerpo y se esfumara de esta tierra vuestra alma, pero el ideal es algo que nunca podrán arrebataros. Nadie nos obliga a ser hombres de honor, pero mi honor hoy me obliga a deciros…. GRACIAS

viernes, 13 de noviembre de 2009

En tarros de miel

Me siento en el umbral de tus ojos y pierdo el miedo,
vuelo y esta noche tengo antojo de anidar en tu pelo
me riego pero me marchito si no te huelo
y me balanceo despacito... empujao desde adentro.
Y aunque a veces vuele bajo, cojo altura si te veo
eres rama eres refugio eres agua en mi desierto...
y aquí ando de nuevo, en la penumbra perdío,
esperando a que vengas y con tu luz pueda ver el camino.
Me echo a sonreír al verte venir con la luna en tu ombligo
y en el aire cultivo palabras que voy a susurrarte al oído...
me siento tan bien que pienso guardar en tarros de miel todo lo vivido
pa cuando no estés, poder untar, con algo dulce el agrio vacío,
que empieza a cocer y esto ya no es igual, ya no es lo mismo, ni parecío
que va, que va.

Otra noche con la misma flor...
y cada noche un aroma y cada noche un color.
Otra noche, envuelto en sus hojas...
su alegría me moja y yo soy esponja que lo absorbe todo,
su alegría me moja y en sus labios se aloja un dulce veneno.
Y empiezo a subir de nuevo p'arriba buscando la vida
me siento tan bien, que voy a construir en el cielo un jardín, sujeto
con pinzas...
donde ir a plantar flores pa reír, cambiar mis temores
por suaves caricias,
y en una calá llegar hasta ti,
mezclarme en tu piel sin dejar pistas.
Otra noche con la misma flor
y cada noche un aroma y cada noche un color.
Otra noche envuelto en sus hojas,
su alegría me moja y yo soy esponja que lo absorbe todo...
su alegría me moja y me da pa que escoja puestas de sol.
Y sobre un canchal me siento a flipar
y a recordarte dando paseos...
me dejo llevar hacia tu voz
cierro los ojos pa ver tu careto,
y vuelvo a quemar hierba pa reír
cambiar mis temores por suaves caricias
y en una calá llegar hasta ti
mezclarme en tu piel sin dejar pistas...
sin dejar pistas...

domingo, 1 de noviembre de 2009

Carta de Embajador de España en Bosnia


Palabras que el Embajador de España en Bosnia Herzegovina, D. Alejandro Alvargonzález San Martín, ha dirigido recientemente a nuestras tropas destacadas en ese país con motivo de la Fiesta Nacional.


«Me piden que les dedique unas palabras en el día de hoy, fecha adelantada de la celebración de nuestra fiesta nacional. Lo clásico sería iniciarlo con aquello de "es un honor para mí". Se trata de una frase más o menos protocolaria que en el fondo no quiere decir nada si quien la pronuncia no tiene voluntad de que así sea.

Les adelanto que este no es el caso. Por eso utilizo la fórmula: "Es un honor para mí", realmente lo es, rendirles mi homenaje desde esta tribuna. Es un honor para mí dirigir unas palabras a un grupo de españoles y hoy, en Bosnia y Herzegovina, ante soldados de España. Algunos sin ser de nacionalidad española, pero soldados de España al fin y al cabo, dispuestos a dar su vida por ella, sin grandes alharacas, discretamente, como lo han hecho siempre. Como han hecho a lo largo de toda la historia.

Ustedes son la noble herencia de una historia que pocos, desgraciadamente pocos, conocen. Uno lee "la defensa de las Indias", de Julio Albi, y descubre que con un puñado de hombres, que eran ustedes, se defendió - durante varios siglos y con notable éxito - la costa que va de La Florida a la Patagonia, y de ésta hasta California. Uno se va al mayor experto de la historia del Pacífico, el australiano Spate, y descubre que su obra más importante la tituló "el lago español", y lo hizo por ustedes. Uno recorre el Extremo Oriente y descubre la presencia de soldados de España en Camboya y Tailandia ya en el siglo XVI, estudiando mapas de China, tratando con Japón. Eran ustedes. Ustedes fueron en buena medida quienes extendieron el español por el mundo.

Eran ustedes.

Ustedes han protagonizado las casi 60 misiones internacionales que arrancan de los años 80. Recuerdo bien las primeras en Centroamérica, donde yo estaba destinado entonces. Fuí testigo de la mano izquierda para acercarse a cualquier escenario, y de la mano derecha para dar seguridad cuando se demandaba. Vi actuar a médicos de uniforme y a soldados de paisano, y les
vi dar un paso al frente siempre. Siempre.

Ustedes son los que caminan las calles de Mostar, de Sarajevo, de Trebinje, de tantos sitios en Bosnia y Herzegovina, donde su uniforme es objeto de respeto, de reconocimiento, sabedores todos de su profesionalidad, de su espíritu de sacrificio. Lugares donde se han ganado el aprecio de sus gentes, donde España - por ustedes - significa algo.

Un día dejarán de ser necesarios en Bosnia y Herzegovina. Se irán. Pero quedarán su recuerdo y la admiración de quienes les conocieron. Quedarán las placas con los nombres de sus compañeros caidos en Mostar, o esa plaza que siendo de España es de ustedes, o ese pinsapo que donaron y seguirá creciendo en algún lugar, o el afecto de esos ancianos a los que surtían de gasolina, de alimentos, de mantas. Y quedarán la prueba de su valor. Así me lo han dicho tantas y tantas veces: "ellos llegaron, y empezamos a sentirnos seguros".

Cuentan que los Tercios de Flandes, cuando volvian a España gustaban de desfilar en la Plaza Mayor de Madrid, y que para esa ocasión recibían la orden de entrar en la plaza "pisando fuerte". Así nació la expresión de "entrar pisando fuerte". Así entraron ustedes, y así deberian salir "pisando fuerte".

Un dia se irán. Se vaciará Camp Butmir, crecerá la hierba entre las grietas del asfalto, se hará el silencio donde estamos, no habrá ni misa de domingo, ni oiré las palmas de un soldado de Cádiz, ni degustaré la paella que uno de ustede se tomó como un ejercicio a todo o nada, ni recibiré noticias de tal o cual desplazamiento. Me alegraré mucho de que no sean ustedes ya necesarios en Bosnia y Herzegovina. Se me llenará la boca cuando diga que España, en su pequeña o gran responsabilidad, cumplió. Pero les aseguro también que cuando despida al último, empezaré a echarles en falta.

Y ustedes, una vez más, habrán cumplido.

Y me refiero a ustedes con legítimo orgullo porque hablar de ustedes es hablar de mi propia familia. De mis primos y tios en Infantería de Marina, a los que admiraba en mi infancia y sigo admirando hoy. De mi padre, jurídico de la Armada, de mi abuelo en el Cuerpo de Ingenieros, de mis bisabuelos haciendo la guerra de Marruecos o de Filipinas. Ellos eran ustedes, si acaso ustedes me lo permiten.

Pero también ustedes son ellos. Quiero decir que también ustedes se verán otros. Los 23 soldados de España fallecidos en Bosnia y Herzegovina son ustedes, porque en ustedes viven. Saben ustedes bien que cuando les miren a ustedes los padres o los hijos de aquellos que fallecieron los verán a ellos, porque ustedes son ellos. Porque tienen ustedes, y solo ustedes, el honor de serlo.

Todo esto era para explicarles por qué es un honor para mí poder dirigirle unas palabras a ustedes.

Y porque es un honor dirigirme a ustedes, y porque ustedes son Cristo Ancor Cabello, les ruego que me permitan también que este sea un homenaje a él. Fallecido en Afganistán, pero vivo en cada uno de ustedes.

Que sea él quien, a través de ustedes, grite conmigo, con nosotros

¡VIVA EL REY!

¡VIVA ESPAÑA!»