"Si un problema tiene solucion ¿De que te preocupas?.
Y si no la tiene ¿De que te preocupas?"
Proverbio Chino

martes, 17 de julio de 2012

Cabo Trafalgar II/III

El cañón esta a punto de caramelo. Aprovechando los balances de cubierta, Pernas y los otros tiran de los palanquines para ponerlo de nuevo en batería, y Marrajo los ayuda a empujar como puede, despellejándose los dedos sin saber como. Un chiquillo con la cara tiznada como si saliera de donde Pepa la del Carbón, el paje de pólvora de apenas once o doce años, aparece a su lado, ágil como un monito, y le pasa dos cartuchos a Marrajo, tras mirarlo unos instantes, desconcertado por ver de pronto a un niño en mitad de aquella locura, sujeta uno bajo cada brazo, y está a punto de dejarlos caer cuando lo empujan de nuevo, haciéndolo apartarse justo a tiempo para que la rueda de la cureña no le aplaste los pies. Criiic. Y ahora oye, por fin. Primero ese chirrido de la cureña, después un rumor extraño que al final resulta ser el batir del tambor que redobla junto a la mecha del palo mayor, ran, rataplan, tan, tan, y luego la voz del teniente chinorri, el tal Sandino, que grita como si hubiera perdido los papeles, fuego, fuego a discreción, fuego como si los estuvieseis jiñando, maldita sea. Jesús con la criatura. Y al mirar otra vez por la porta, Marrajo ve la banda pintada a franjas amarillas y negras del navío inglés a medio tiro de cañón, tan cerca que le parece poder tocarla con la mano. Tan ahí mismo que acojona. Y en esas, el artillero Pernas se agacha de nuevo tras el cascabel, y todos se apartan, incluido Marrajo, que está cada vez mas al loro, y el cañón pega otro salto que parece a punto de partir las trincas, y puuumba, allá va, y esa vez si se ve perfectamente como el cebollazo pega en la banda del ingles, clataclás, llevándose un pedazo del pasamanos, y todos los de la pieza aúllan de entusiasmo porque al fin les han dado algo para entretenerse a esos hijos de la gran puta, su propia medicina, joder, casacón, tu que sabes de la mar, ¿eso es pulpo o calamar? En ese momento otras piezas de la batería encadenan sus disparos, pumba, pumba, pumba, corriéndose el fuego hacia proa y hacia popa, pumba, pumba, y la humareda oculta al enemigo y a los amigos, y cuando esta se disipa los hombres ya están limpiando, cargando, empujando de nuevo el cañón hacia la porta, mas coordinados y seguros que antes, porque a la fuerza ahorcan, y hasta a una pajarraca como aquella terminas cogiéndole el tranquillo. Chupao parece ahora. Y Marrajo, que empieza a notar un singular sentimiento, algo parecido al afecto, o así, por los hombres que pelean a su lado, respirando la misma pólvora, ciscándose entre dientes en el mismo Dios, o rezandole (a fin de cuentas es lo mismo), tiene el torso tan cubierto de sudor que parece que lloviera de los mamparos, y grita de jubilo como todos, aúpa, tíos, leña al mono hasta que hable chino, cuando tras el humo ve que en la banda del perro ingles hay ahora media docena de agujeros e innumerables astillazos, y que una de sus vergas grandes cuelga atravesada, con la vela suelta y medio caída sobre cubierta.
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(Pag. 175 "Cabo Trafalgar" Arturo Perez Reverte)

miércoles, 2 de mayo de 2012

Cabo Trafalgar I/III



-"¡Ahora!...¡En el balance!...¡Fuego!...¡Fuego!"
El artillero Pernas cierra un ojo, apunta, da un tiron a la llave, se aparta a la izquierda para evitar la cureña en el retroceso, y el enorme cañon se encabrita haciendo rechinar las trincas, soltando un estampido ensordecedor, pumba, hace, que resuena enorme en las entrañas mismas de Nicolas Marrajo. De pronto el estampido parece doblarse y triplicarse y hacerse interminable, corriendo a uno y otro lado, a lo largo de toda la bateria, mientras la brisa trae para adentro chispas de polvora, pavesas de tacos ardiendo y humo blanco y aspero que ciega y hace toser como si el infierno se diera un garbeo por tus pulmones. El puto sotavento (Recuerda Marrajo que predijo Pernas) nos traera toda la mierda a la cara. Y vaya si la trae.
toc, toc. Alguien le golpea fuerte el hombro, y cuando se vuelve a mirar ve la cara desencajada del cabo que grita palabras que no puede oir, porque el zurriagazo le ha dejado los timpanos hechos unas piltrafa, mas o menos como el parche flojo de un tambor; pero comprende, por las señas, que el otro le esta diciendo que lleve el cartucho a los que estan en la boca del cañon, joder, muevete, hijo de puta, el cartucho, el cartucho. Asi que, tras tropezar con la espalda encorvada de uno de los hombres que acaban de destrincar la cureña y la empujan para atras, alejando la boca de la porta, Marrajo va hasta alli, donde dos de los reclutas con pinta de campesinos (ha olvidado sus nombres) meten el rascador y la lanada en la boca humeante, se apartan, alguien arrebata de las manos de Marrajo el cartucho, lo mete dentro, otro mete una bala, el soldado de artilleria embute el taco y aprieta a fondo con el atacador. Otro empujon a Marrajo, que se aparta, confuso. Algo hace raaaaca, raaaca, mas crujidos arriba, en cubierta, amortiguados en los maltrechos timpanos de Marrajo. Tambien fogonazos enfrente, y luego unos pumba, pumba, pumba, pumba, que mas que oir los siente retumbar adentro, en el corazon y el estomago. La tablazon se estremece de nuevo. Chof, plash. Un cañonazo pega justo debajo de la porta, arrojandoles por ella un chorro de agua fria.

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(Pag. 173 "Cabo Trafalgar". Arturo Perez Reverte)



domingo, 22 de abril de 2012

Aquel hombre feliz



"Son las 7 de la mañana, un escalofrío recorre mi cuerpo y me hace abrir los ojos, miro a mi alrededor, todo esta en calma. A mi lado yace la mujer a la que amo, la mujer a la que pertenece mi corazón, su dulce e inocente expresión mientras duerme me hacen sonreír nítidamente, la beso en la frente.
Abro mi armario, ante mi se extiende el uniforme, el uniforme del honor, de los caballeros. Al incorporarme y verme en el espejo vestido otro escalofrío recorre mi cuerpo, ante mi se alza lo mejor que hay en mi, amor, honor y gallardía. Contemplo a esa mujer y me quedo embobado durante un buen rato, preguntandome como ha podido Dios concederme tan hermosa dama, una dama que me da el mayor de los motivos para vivir.
Recorro unas calles solitarias y bañadas por la luz del sol rosado de la mañana. Llego al lugar dónde se alza la bandera que me provoca un mar de sentimientos que regodean mi espíritu. La gente me ve y sonríe, a lo que yo respondo con una sonrisa contenida.
Todo, mi trabajo, la mujer mas hermosa y dulce de todas, todo me eleva hacia un cielo al que todavia no me toca ir. Un escalofrío me hace abrir los ojos y ver que mi perfecta vida queda reducida a mi habitación de piso de estudiantes, mi trabajo a grandes expectativas y la mujer a la que amo a la soledad absoluta. Al percatarme de que se trataba del sueño perfecto me encojo de hombros y pienso: ¡Dios mío! Ayúdame a llegar a ser aquel hombre feliz."

...Y por suerte algunos de nosotros, tras años de lucha, hemos llegado a ese cielo.





miércoles, 14 de marzo de 2012

Pato o Aguila, tu eliges



Rodrigo estaba haciendo fila para poder ir al aeropuerto. Cuando un taxista se acercó, lo primero que notó fue que el taxi estaba limpio y brillante. El chofer bien vestido con una camisa blanca, corbata negra y pantalones negros muy bien planchados, el taxista salió del auto dio la vuelta y le abrió la puerta trasera del taxi.
Le alcanzo un cartón plastificado y le dijo: yo soy Willy, su chofer. Mientras pongo su maleta en el portaequipaje me gustaría que lea mi Misión.
Después de sentarse, Rodrigo leyó la tarjeta: Misión de Willy: “Hacer llegar a mis clientes a su destino final de la manera mas rápida, segura y económica posible brindándole un ambiente amigable” Rodrigo quedo impactado. Especialmente cuando se dio cuenta que el interior del taxi estaba igual que el exterior, ¡¡limpio sin una mancha!!
Mientras se acomodaba detrás del volante Willy le dijo, “Le gustaría un café? Tengo unos termos con café normal y descafeinado”. Rodrigo bromeando le dijo: “No, preferiría un refresco” Willy sonrío y dijo: “No hay problema tengo una nevera con refresco de Coca Cola y Light, agua y zumo de naranja”. Casi tartamudeando Rodrigo le dijo: “Tomare la Coca Cola Light”
Pasándole su bebida, Willy le dijo, “Si desea usted algo para leer, tengo el Reforma, Esto, Novedades y Selecciones…"
Al comenzar el viaje, Willy le paso a Rodrigo otro cartón plastificado, “Estas son las estaciones de radio que tengo y la lista de canciones que tocan, si quiere escuchar la radio”. Y como si esto no fuera demasiado, Willy le dijo que tenía el aire acondicionado conectado y preguntó si la temperatura estaba bien para él. Luego le avisó cual seria la mejor ruta a su destino a esta hora del día. También le hizo conocer que estaría contento de conversar con él o, si prefería lo dejaría solo en sus meditaciones. ...
“Dime Willy, -le pregunto asombrado Rodrigo- siempre has atendido a tus clientes así?” Willy sonrió a través del espejo retrovisor. “No, no siempre. De hecho solamente los dos últimos dos años. Mis primero cinco años trabajando los gaste la mayor parte del tiempo quejándome igual que el resto de los taxistas. Un día escuché en la radio acerca del Dr. Dyer un “Gurú” del desarrollo personal. El acababa de escribir un libro llamado “Tú lo obtendrás cuando creas en ello”. Dyer decía que si tu te levantas por la mañana esperando tener un mal día, seguro que lo tendrás, muy rara vez no se te cumplirá. El decía: Deja de quejarte. Se diferente de tu competencia. No seas un pato. Se un águila. Los patos solo hacen ruido y se quejan, las águilas se elevan por encima del grupo”.
“Esto me llego aquí, en medio de los ojos”, dijo Willy. “Dyer estaba realmente hablando de mi. Yo estaba todo el tiempo haciendo ruido y quejándome, entonces decidí cambiar mi actitud y ser un águila. Mire alrededor a los otros taxis y sus chóferes… los taxis estaban sucios, los chóferes no eran amigables y los clientes no estaban contentos. Entonces decidí hacer algunos cambios. Uno a la vez. Cuando mis clientes respondieron bien, hice más cambios”.
“Se nota que los cambios te han pagado”, le dijo Rodrigo. “Sí, seguro que sí”, le dijo Willy. “Mi primer año de águila duplique mis ingresos con respecto al año anterior. Este año posiblemente lo cuadrupliqué. Usted tuvo suerte de coger mi taxi hoy. Usualmente ya no estoy en la parada de taxis. Mis clientes hacen reserva a través de mi movil o dejan mensajes en mi contestador. Si yo no puedo servirlos consigo un amigo taxista águila confiable para que haga el servicio”.
Willy era fenomenal. Estaba haciendo el servicio de una limusina en un taxi normal.
Posiblemente haya contado esta historia a mas de cincuenta taxistas, y solamente dos tomaron la idea y la desarrollaron. Cuando voy a sus ciudades, los llamo a ellos. El resto de los taxistas hacen bulla como los patos y me cuentan todas las razones por las que no pueden hacer nada de lo que les sugería.
Willy el taxista, tomo una diferente alternativa: El decidió dejar de hacer ruido y quejarse como los patos y volar por encima del grupo como las águilas.
No importa si trabajas en una oficina, en mantenimiento, eres maestro, Un servidor público, "político", ejecutivo, empleado o profesionista, ¿Cómo te comportas? ¿Te dedicas a hacer ruido y a quejarte? ¿Te estás elevando por encima de los otros?



sábado, 18 de febrero de 2012

Nos vemos pronto


Hacia mucho que no te veia, desde que fui a verte llevado por mis padres hace ya años no habia vuelto a saber nada de ti excepto por los medios de comunicacion. Ayer, acompañado de ella, volvi a recorrer tus salas, a maravillarme de tu riqueza, a sentirme un inculto y un patan ante tanta belleza y arte acumulado en tus paredes.
Volvi a ver a esos infantes españoles que, siglos atras, rindieron Breda. Descubri con asombro que eres el guardian de las mejores representaciones de La Inmaculada que existen en el mundo. Me fascine con las estatuas romanas que albergas y cuyos rasgos faciales (como muy bien me dijo entre risas ella) tanto me recuerdan a los mios (esa nariz...); y gracias a sus conocimientos de arte aprendi muchisimas cosas nuevas, las cuales nunca habria sabido de no haberme acompañado. Lo cual le agradecere siempre.
Prometo no volver a dejar pasar tanto tiempo entre mi siguiente visita y la anterior.
Nos vemos pronto Museo del Prado.







domingo, 12 de febrero de 2012

Peleamos todos






Alguien dijo, o escribió, que en aquellos tiempos famosos y terribles los españoles peleamos todos, desde nobles hasta labriegos. Y era cierto. Unos lo hicimos por hambre de gloria y dinero, otros por hambre de verdad: por sacudirnos de encima la miseria y llevar un trozo de pan a la boca. En los campos de batalla de medio mundo, desde las Indias a las Filipinas, el Mediterráneo, el norte de África y Europa entera, contra toda clase de naciones barbaras o civilizadas, peleamos hidalgos y campesinos, bachilleres y pastores, caballeros y picaros, amos y criados, soldados y poetas. Pelearon Cervantes, Garcilaso, Lope de Vega, Calderón, Ercilla. Peleamos sin descanso en los Andes y en los Alpes, en las llanuras de Italia, en la altiplanicie mexicana, en la selva del Darien, a orillas del Elba, el Amazonas, el Danubio, el Escalda, el Orinoco, en las costas de Argel, Oran, Bahía, Otumba, Pavía, La Goleta, el canal de Constantinopla, el Egeo, Francia, Italia, Flandes, Alemania. En todas las tierras y climas próximos o lejanos, bajo nieve, sol, lluvia o viento, huestes de españoles pequeños y recios, barbudos, fanfarrones, valerosos y crueles, hechos a la miseria, el sufrir y las fatigas, con todo por ganar y sin otra cosa que perder salvo la gorja, unos musitando una oración, otros con los labios mudos y los dientes apretados, y otros renegando a cada paso de Cristo, de los oficiales, de los trabajos y de la misma vida en todas las lenguas de España, amotinados a trechos y con las pagas atrasadas o sin ellas, seguimos a nuestros capitanes bajo las rotas banderas, haciendo temblar al mundo entero. Como esos a los que describió el poeta y soldado Andres Rey de Artieda; que tras mucho protestar de la milicia, de todo y de todos, jurando solemnes que no volverían a combatir jamas:

Ha seis dias, cobradas cuatro pagas
y conforme razon, puestos a gesto,
con solas sus espadas y sus dagas,
pasando a nado un foso hicieron cosas
que plegue a Dios que en ocasion las hagas.


(Arturo Perez Reverte "El puente de los asesinos")