"Si un problema tiene solucion ¿De que te preocupas?.
Y si no la tiene ¿De que te preocupas?"
Proverbio Chino

sábado, 30 de octubre de 2010

LOST






Bueno, creo que soy la ultima persona del mundo en hacerlo (y por lo que he visto por internet estoy casi seguro de ello) pero tenia que dedicarle un espacio en mi blog a la serie LOST y tenia que ser despues de haberla visto completa, y como hasta ayer no lo hice pues aqui ha estado como una "tarea pendiente". "¿Aun no habias visto el final de Perdidos?" pensareis todos, "¿No te contaron el final?", pues no, durante este año y medio he conseguido no enterarme del final de esta serie (y eso que en mi casa hasta el perro habia visto el final) a base de amenazas y sutiles cambios de tema de conversacion cuando este se acercaba peligrosamente al asunto.

Que decir de esta serie que no se haya dicho ya, para mi a sido un placer estar todos estos años siguiendola por la FOX, y aunque las ultimas temporadas las tuve que ver desde mi ordenador y en VO eso no significa que disfrutara con ellas tanto como las anteriores.

Esta serie para mi a marcado un punto de referencia tan alto que dificilmente podra ser superado por alguna serie en el futuro. Su historia, sus capitulos centrados en la vida de cada personaje, su misterio,la musica (preciosa) y los propios personajes la han convertido sin duda en una serie de culto para millones de personas (yo incluido por supuesto).

El ultimo episodio, que a tanta gente decepciono, me encanto en todos los sentidos:
Los reencuentros de las parejas fueron todos muy emotivos: Sawyer, Charlie, Sayid, Desmond...
El sacrificio de Jack y Desmond.
La confesion final de amor de Kate a Jack (aisss si lo hubieras hecho hace 5 temporadas como todos esperabamos que lo hicieras...si es que las mujeres sois lo peor para estos temas.) me calo hondo (soy un romantico sin remedio para estas cosas, que le voy a hacer).
Y el encuentro final de todos en la iglesia......sin palabras.



La verdad es que voy a echar en falta a estos personajes y la historia que vivieron...
Gracias a los productores de esta serie por habernos permitido disfrutar de esta historia.
Ahora ya solo me queda decirle adios y esperar a que hagan otra igual de buena.



domingo, 17 de octubre de 2010

Paseando por el pueblo







Hacia tiempo que no paseaba con tranquilidad por el pueblo. Unicamente acompañado del sonido de los grillos y los ladridos de perros en la lejania.
Recordando momentos y vivencias de la infancia.
Pensando en nada...y a la vez en todo.
Empezando a notar ese invierno que se acerca pero que no termina de llegar.
En definitiva, descansando de los problemas e incertidumbres que, como buen ser humano, tengo.



martes, 12 de octubre de 2010

La Navas de Tolosa




Hoy toca algo de historia, y nadie mejor que el Gran Arturo Perez Reverte para contarnos un episodio mas de nuestra historia, aqui esta su articulo publicado en XLSemanal, disfrutarlo:



"Ya ni siquiera se estudia en los colegios, creo. Moros y cristianos degollándose, nada menos. Carnicería sangrienta. Ese medioevo fascista, etcétera. Pero es posible que, gracias a aquello, mi hija no lleve hoy velo cuando sale a la calle. Ocurrió hace casi ocho siglos justos, cuando tres reyes españoles dieron, hombro con hombro, una carga de caballería que cambió la historia de Europa. El 16 de julio se cumplió el 798 aniversario de aquel lunes del año 1212 en que el ejército almohade del Miramamolín Al Nasir, un ultrarradical islámico que había jurado plantar la media luna en Roma, fue destrozado por los cristianos cerca de Despeñaperros. Tras proclamar la yihad –seguro que el término les suena– contra los infieles, Al Nasir había cruzado con su ejército el estrecho de Gibraltar, resuelto a reconquistar para el Islam la España cristiana e invadir una Europa –también esto les suena, imagino– debilitada e indecisa. Los paró un rey castellano, Alfonso VIII. Consciente de que en España al enemigo pocas veces lo tienes enfrente, hizo que el papa de Roma proclamase aquello cruzada contra los sarracenos, para evitar que, mientras guerreaba contra el moro, los reyes de Navarra y de León, adversarios suyos, le jugaran la del chino, atacándolo por la espalda. Resumiendo mucho la cosa, diremos que Alfonso de Castilla consiguió reunir en el campo de batalla a unos 27.000 hombres, entre los que se contaban algunos voluntarios extranjeros, sobre todo franceses, y los duros monjes soldados de las órdenes militares españolas. Núcleo principal eran las milicias concejiles castellanas –tropas populares, para entendernos– y 8.500 catalanes y aragoneses traídos por el rey Pedro II de Aragón; que, como gentil caballero que era, acudió a socorrer a su vecino y colega. A última hora, a regañadientes y por no quedar mal, Sancho VII de Navarra se presentó con una reducida peña de doscientos jinetes –Alfonso IX de León se quedó en casa–. Por su parte, Al Nasir alineó casi 60.000 guerreros entre soldados norteafricanos, tropas andalusíes y un nutrido contingente de voluntarios fanáticos de poco valor militar y escasa disciplina: chusma a la que el rey moro, resuelto a facilitar su viaje al anhelado paraíso de las huríes, colocó en primera fila para que se comiera el primer marrón, haciendo allí de carne de lanza. La escabechina, muy propia de aquel tiempo feroz, hizo época. En el cerro de los Olivares, cerca de Santa Elena, los cristianos dieron el asalto ladera arriba bajo una lluvia de flechas de los temibles arcos almohades, intentando alcanzar el palenque fortificado donde Al Nasir, que sentado sobre un escudo leía el Corán, o hacía el paripé de leerlo –imagino que tendría otras cosas en la cabeza–, había plantado su famosa tienda roja. La vanguardia cristiana, mandada por el vasco Diego López de Haro, con jinetes e infantes castellanos, aragoneses y navarros, deshizo la primera línea enemiga y quedó frenada en sangriento combate con la segunda. Milicias como la de Madrid fueron casi aniquiladas tras luchar igual que leones de la Metro Goldwyn Mayer. Atacó entonces la segunda oleada, con los veteranos caballeros de las órdenes militares como núcleo duro, sin lograr romper tampoco la resistencia moruna. La situación empezaba a ser crítica para los nuestros –porque sintiéndolo mucho, señor presidente, allí los cristianos eran los nuestros–; que, imposibilitados de maniobrar, ya no peleaban por la victoria, sino por la vida. Junto a López de Haro, a quien sólo quedaban cuarenta jinetes de sus quinientos, los caballeros templarios, calatravos y santiaguistas, revueltos con amigos y enemigos, se batían como gato panza arriba. Fue entonces cuando Alfonso VIII, visto el panorama, desenvainó la espada, hizo ondear su pendón, se puso al frente de la línea de reserva, tragó saliva y volviéndose al arzobispo Jiménez de Rada gritó: «Aquí, señor obispo, morimos todos». Luego, picando espuelas, cabalgó hacia el enemigo. Los reyes de Aragón y de Navarra, viendo a su colega, hicieron lo mismo. Con vergüenza torera y un par de huevos, ondearon sus pendones y fueron a la carga espada en mano. El resto es Historia: tres reyes españoles cabalgando juntos por las lomas de Las Navas, con la exhausta infantería gritando de entusiasmo mientras abría sus filas para dejarles paso. Y el combate final en torno al palenque, con la huida de Al Nasir, el degüello y la victoria. ¿Imaginan la película? ¿Imaginan ese material en manos de ingleses, o norteamericanos? Supongo que sí. Pero tengan la certeza de que, en este país imbécil, acomplejado de sí mismo, no la rodará ninguna televisión, ni la subvencionará jamás ningún ministerio de Educación, ni de Cultura."